Vermut. Una simple palabra con muchos matices. Para los anglosajones es un mero ingrediente para cócteles, el actor secundario acompañando a otros destilados. Para los españoles es además una hora del día (“la hora del vermut”), durante la cual dejamos lo que estemos haciendo (o lo que estemos fingiendo hacer) para tomar un bocado y un vaso de vermut. Es una hora para socializar, tomarse una copa y solucionar el problema de Oriente Medio (las Naciones Unidas resolverían todos los conflictos del planeta si se reunieran en un bar).

Así que si quieres disfrutar de esta tradición tan española, sígueme, porque te llevaré por los templos del vino fortificado y las anchoas de esta ciudad.

 

LA CALA DEL VERMUT – Carrer de les Magdalenes, 6 (Gótico)

No hay posibilidad de error: este tiene la palabra vermut en el nombre. Algo tienen que hacer bien cuando han abierto dos locales más EN LA MISMA CALLE. Esto es muestra de lo bueno que es su vermut y lo poco que nos gusta caminar en España.

De los tres, deberías ir al primigenio, que resulta ser el más pequeño. Poco más que un recibidor, tiene una capacidad máxima de 18 personas y ningún lugar donde sentarse. Pero compensa la falta de espacio y confort con autenticidad y encanto. Esta no es una vermutería de pega, hecha para los hípsters de turno. Esto es un lugar genuino donde cuesta irse (en parte por lo pegajoso que está el suelo)

Tapa recomendada: Pimientos del piquillo rellenos de bacalao

 

BORMUTH - Plaça Comercial, 1 (Born)

Ubicado en el corazón del barrio del Born, Bormuth es engañosamente amplio. La primera impresión nada más entrar es la de un lugar pequeño y abarrotado. Pero sigue internándote y descubrirás que hay pequeñas escaleras que te llevan a rincones cubiertos de madera sin pulir. Perfecto para una discreta primera cita de Tinder (o segunda, tercera… ¿quién soy yo para juzgar?).

Tapa recomendada: “Patatas Mojo Picón”. Es su versión de las omnipresentes patatas bravas, usando la tradicional salsa canaria.

 

QUIMET I QUIMET - Carrer del Poeta Cabanyes, 25 (Poble Sec)

Se pueden decir muchas cosas sobre los catalanes, pero que son originales a la hora de ponerle nombres a las cosas no es una de ellas. Regentado por la familia Quimet, el local es muy parecido en lo que a tamaño se refiere a la Cala del Vermut, aunque este tiene al menos un par de mesas (mesas altas sin taburetes; estás avisado). Pero no te hagas ilusiones: el local es extremadamente popular, y si no vas temprano puede que incluso tengas que esperar en la calle para conseguir un lugar en la barra. Pero la espera es lo de menos, puedes estar tranquilo en manos de los Quimet: cuatro generaciones llevando el mismo local quiere decir que algo estarán haciendo bien.

Tapa recomendada: Sé atrevido y pide alguna de las tapas más inusuales como el níspero con achoa o el salmón con yogurt y miel de trufa.

 

LA COVA FUMADA - Carrer del Baluart, 56 (Barceloneta)

No te puedes llamar barcelonés si no has comido una bomba. Carne picada escondida en una bola de puré de patata que después se fríe y se cubre en salsa picante (sí, esto se considera una tapa, no un plato principal)

Y si puedes, deberías ir directo a la fuente original. La Cova Fumada es donde todo comenzó, donde el plato fue creado en 1955; el restaurante donde la bomba que gobernará a todas las bombas fue forjada; material de leyendas. Y teniendo en cuenta cómo de picante es su salsa, probablemente necesites un par de vermuts para pasarla.

Tapa recomendada: la ensalada… nah, es broma. Pide las bombas.

 

MORRO FI – Consell de Cent, 171 (Eixample)

Si La Cova Fumada o Quimet i Quimet son los abuelos del vermut en la ciudad, Morro Fi es el nieto moderno y hípster. Lleva abierto menos de seis años, pero ha sido tal el éxito que ya tienen tres locales más (Mitja Vida, Dalt de Tot y Morro Fi L’illa Diagonal). El concepto es simple: pocas opciones, pero de gran calidad. Una carta reducida y su vermut casero en un espacio mínimo sin asientos invitan a tomar un bocado antes de desplazarte para la comida.

Tapa recomendada: mención especial para las patatas con pimentón. Son demasiado cool para llamarlas patatas bravas.

 

BODEGA 1900 – Carrer de Tamarit, 91

Podría mencionar el nombre de Ferra Adrià y dejarlo ahí, supongo. Si no le conoces, es el causante (o culpable según se mire) de que cuando vayas a un restaurante pijo te pongan un plato sacado de un episodio de Star Trek. Bodega 1900 es una vuelta a las raíces (o su manera de pedir perdón por lo que le ha hecho a la cocina moderna) con una vermutería tradicional de principios del siglo XX.

Tapa recomendada: las olivas esferificadas son material de leyenda. Si no te sientes atrevido, prueba el confit de ventresca con salsa catalana.

 

Simón García - Octubre 2018